ROMANOS

  1. El decreto unió las raíces judeo-cristianas del continente europeo con la cultura greco-romana. Hasta el Concilio de Nicea, en el año 325, las iglesias cristianas eran incendiadas, quienes profesaran la religión cristiana eran perseguidos y su patrimonio era confiscado. Particularmente bajo el emperador Diocleciano (245-316) se intensificó la persecución cristiana. Diocleciano quería revivir los viejos cultos paganos y que éstos se convirtieran en la religión del imperio. Pero su política anticristiana fracasó y fue eliminada por su sucesor, el emperador Constantino (285-337).
  1. El aparato militar y el administrativo funcionaban bien en el Imperio Romano. Una zona de libre comercio había impulsado el bienestar económico. Los habitantes de Roma gozaban de derechos civiles, lo que promovía una creciente cohesión entre la población, sin embargo, no había libertad religiosa.


El origen de Roma es algo todavía desconocido. Las diversas teorías se basan en la información de los autores antiguos y en los diferentes tipos de hallazgos arqueológicos encontrados en Roma.
Por estos motivos, esta etapa inicial de la historia de Roma se ha venido situando más en el terreno de la leyenda que en el de la historia. Incluso se llegó a poner en duda la existencia del período monárquico.
Los historiadores de los siglos XIX y de buena parte del XX desestimaron la tradición y la historia de los primeros reyes de Roma (Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio) así como la de la fecha fundacional, (753 a.C.), y ambas se catalogaron como meramente legendarias.
Ha sido ya avanzado el siglo XX cuando, gracias a la arqueología y a otras ciencias, se ha logrado revalorizar la tradición sustrayéndola de muchos elementos legendarios y de interpretaciones sospechosas.
Posiblemente, los primeros habitantes de Roma procedían de diversas partes y no tenían ni el desarrollo económico ni cultural de sus vecinos del norte, los etruscos, ni del sur, los sabinos y los latinos.
En el Palatino los arqueólogos encontraron los restos de un primitivo poblado del siglo VIII a.C. con enterramientos a sus pies. Parece ser, que partiendo de un núcleo la población se fue extendiendo por las laderas de las colinas próximas y, en el siglo siguiente, por el valle que había entre ellas.
Etapas en la historia de Roma

Leyenda de Rómulo y Remo
Sea o no una leyenda, Rómulo y Remo, dos gemelos que crecieron criados por una loba, han pasado a la historia como los fundadores de Roma.

La Monarquía
En los inicios de Roma el modelo político fue la Monarquía. Se considera que la fundación de Roma tuvo lugar el año 754 a.C.

La República
La República sustituyó a la Monarquía en Roma. En ésta época se crearon las bases del Derecho Romano y gobernó Julio César.

El Imperio Romano
La fase Imperial es la más bonita y conocida de la historia de Roma. En esta época las fronteras de Roma se extendieron hasta límites impensables.

El Papado
Al debilitarse el poder del Imperio Romano al trasladar la capital a Constantinopla, el Papa fue ganando poder y autoridad en Roma.

Roma capital de Italia
La historia reciente de Roma comenzó en 1870 al ser declarada capital de Italia. Actualmente es una de las ciudades más importantes y visitadas del mundo.


UBICACION ROMA

COSTUMBRES:
La religión romana se basaba en prácticas como sacrificios y rituales tendientes a establecer el vínculo entre dioses y hombres para que éstos consiguieran el favor de aquéllos. No era una religión revelada que tuviera dogmas definidos ni una institución a la cual afiliarse; los rituales eran el centro de la práctica, no la creencia, lo importante era la participación de todos, lo cual ayudaba a fortalecer el carácter comunitario y cohesivo de la religión en la sociedad. En Roma, el aparato religioso estatal fue representado por magistrados religiosos como los diversos sacerdotes reunidos en colegios que tenían como cabeza al pontífice máximo, quien junto con los flamines, los pontífices y las vestales formaban la estructura religiosa. Otros actores eran los augures que cuidaban las formalidades religiosas en las asambleas para asegurar que los procedimientos fueran adecuados y que las señales sobrenaturales indicaran la aprobación divina. Por su parte, los arúspices interpretaban los hígados de los animales sacrificados para ver si eran favorables. Los quindecimviri eran los guardianes de los libros sibilinos y brindaban recomendaciones rituales, siendo su función básica buscar la anuencia divina y sugerir ritos para obtenerla o volver a ganarla.1 No está de más señalar que las prácticas religiosas no eran monopolio de los magistrados, ya que éstos eran funcionarios públicos que debían su cargo a su prestigio social, el cual se reafirmaba gracias al ejercicio de las magistraturas religiosas que, si bien no formaban parte del cursus honorum de los personajes políticos más importantes, eran fuente de reputación. Los jefes de familia se encargaban del culto familiar y cualquiera podía realizar sacrificios y adorar a su dios preferido; los romanos eran tolerantes en cuanto a la aceptación de otros dioses y cultos, siempre y cuando no trajera problemas ni disturbios como las Bacanales del 186 a. C., o se realizaran prácticas que se creían excesivas como los sacrificios humanos.2 Estos magistrados se ocupaban de la correcta ejecución de los rituales que el pueblo romano daba como conjunto a sus dioses, lo que tenía un carácter estatal y colectivo bastante marcado, con el fin de mantener la buena relación con los dioses.
Desde los primeros momentos de su existencia se resaltó el lazo entre Roma y los dioses. Los ejemplos de este vínculo son numerosos, por lo que solamente se destacan algunos: el origen prodigioso de los gemelos hijos de Marte, los auspicios de la fundación de la ciudad y de la elección de los reyes, la formación de las instituciones religiosas por Numa y otros sucesos afines que presagiaban la grandeza romana y que mostraban su colaboración con los romanos son contados en la historiografía romana como muestras del favor divino hacia Roma.3 Tras la instauración de la república, las señales propicias a Roma aumentaron y se notaron en eventos como la batalla del lago Regilo, la conquista de Veyes y la defensa de la ciudad en la invasión gala del 389 a. C. El libro V de Tito Livio se destaca por las reiteradas señales divinas que anuncian la victoria romana sobre su rival etrusca como la subida del agua del lago Albano, las palabras de un viejo arúspice veyense que vaticinaba el triunfo romano y la declaración del oráculo de Delfos a favor de los romanos. Además, marca un acto particular de los romanos: atraerse a los dioses vecinos mediante la adopción de su culto y la erección de templos en su honor, para que, al pactar con ellos, obtuvieran su protección. Este libro también resalta las continuas intromisiones de los dioses a favor de Roma frente a los galos, los ejemplos de piedad hacia el culto y la mediación divina que libró a la ciudad de la penetración gala gracias a los graznidos de un ganso.4 La presencia de lo divino en la vida pública romana era grande y se reflejaba en templos, altares, sacrificios, sacerdotes, etcétera, que reiteraban la unión del mundo divino con el poderío romano. Así, los romanos se mostraban como los favoritos de las deidades y a éstas como las fuerzas detrás del éxito de las armas romanas que conquistaron el mundo. Salustio menciona que Aderbal, hijo de Masinisa, había dicho ante el senado: "Por su valor y por la voluntad de los dioses son grandes y poderosos; todo es inferior a ustedes y obedece sus deseos".5 Ante el favor recibido, los romanos debían exhibir su lealtad a los dioses mediante las formas habituales y la ejecución de los ritos con cuidado y reverencia. Por ejemplo, existían los feciales que se ocupaban de validar las acciones bélicas y darles sanción religiosa. Los romanos se preocuparon por presentar sus guerras como justas, por lo que la anuencia divina era un elemento ideológico que validaba sus ambiciones. Esta participación de los dioses hizo que en el siglo I a. C. Dionisio de Halicarnaso expusiera las instituciones religiosas atribuidas al rey Numa y el cuidado en la celebración de ceremonias y sacrificios


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